Sobre la calidad creativa del genio colectivo

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¿Tenemos ejemplos en los que la creación genuinamente colectiva funcione? ¿por qué es tan difícil competir con el genio individual en labores creativas como grabar una película o escribir un libro? Es bastante probable que el “genio colectivo” termine ganando en la mayoría de los casos al “genio individual” cuando tengamos aplicaciones y mecanismos más finos para coordinarnos. No los tenemos todavía, pero tiempo al tiempo…

En uno de los tantos borradores que escribí del manuscrito de mi libro, al contar las oportunidades de la inteligencia colectiva en el ámbito de la creatividad, decía esto:

El efecto positivo de la creación colectiva se multiplica si promovemos la colaboración en todas las fases. Por ejemplo, cuando las aportaciones de unos participantes entran en contacto con las de los otros y ellos mismos pueden mezclarlas y reeditarlas para añadir nuevas capas y perspectivas. La agregación colectiva arroja en ocasiones resultados mucho más creativos que la gestión radial desde un solo punto que reciba, procese y agregue las ideas de los participantes.

Este comentario se refería a proyectos de creación colectiva en los que la recogida de datos es distribuida pero su agregación está en manos de una o pocas personas. Esto ocurrió, por ejemplo, cuando Adam Yauch, fundador de la legendaria banda musical Beastie Boys, repartió 50 videocámaras entre los fans que asistían a un concierto suyo celebrado el 9 de octubre de 2004 en el Madison Square Garden para que grabaran, desde la perspectiva del público, todo lo que allí ocurriera. El resultado de aquel experimento creativo fue una película de unos noventa minutos, Awesome: I fuckin’ shot that!, que se estrenó en el festival de Sundance en 2006. Aunque los asistentes grabaron el material original, toda la edición corrió a cargo del propio Yauch, que además de músico es cineasta y director de vídeos.

Pensando en ese ejemplo, como tantos otros que responden a un modelo parecido, yo sostenía en mi texto que no sabemos qué habría pasado si el experimento hubiera implicado a los fans también en las fases siguientes a la de toma de imágenes, o sea, en la edición colaborativa de los fragmentos audiovisuales recogidos por los 50 participantes. Apostaba a que tal vez el resultado final hubiera sido “más creativo” que como se hizo por Yauch, de forma radial.  

Mi editora, al leer ese fragmento, reaccionó con incredulidad cuestionándose esa idea, porque según su experiencia, es difícil competir con el genio individual en labores creativas como grabar una película o escribir un libro. Lo explicaba así:

No quiero ser aguafiestas pero me da la sensación de que ese ejemplo que pones no avala tal afirmación. Cuando se trata de creación artística, sin duda son todas experiencias con gran valor social o antropológico, pero solo con un valor mediocre por lo que se refiere a los productos finales. Y me pregunto si no estaría bien que en este caso, igual que comentas los puntos débiles de otras experiencias, hablaras de esa “resistencia del genio individual”, que por algún motivo no parece muy dado a manifestarse en los colectivos. Cuando se trata de creatividad en ámbitos distintos del arte no pongo en duda que la cosa sea como tú dices.

No le faltaba razón. Hay innumerables ejemplos, ya documentados, de intentos de escritura colectiva que han resultado un fracaso. No me refiero a recopilar artículos de muchas personas sino de escribir juntas un mismo texto siguiendo lógicas tipo wiki. Tampoco abundan los ejemplos de piezas musicales creadas colectivamente que podamos decir que sean inolvidables. Sin ir muy lejos, el otro día respondía a un amigo que en la mayoría de los casos en los que se habla de un “libro colectivo”, investigas bien y descubres que eran no más de dos o tres personas las encargadas de “curar” el texto final dejando en él la impronta de su genio más personal.  

Dicho lo anterior, ahora vienen los matices. Sí que tenemos ejemplos donde la creación genuinamente colectiva funciona. En los memes o las cadenas de tuits, aunque la edición colaborativa es en “serie”, hay “genio colectivo” embebido en muchos de esos tuits que nos parecen brillantes. Eso es indiscutible. Decimos que fue tal persona la que lo creó, pero en realidad está editando a partir de ideas de otros, con múltiples capas que se fueron sumando. Ese modelo de creatividad colectiva es “seriado”, y no “radial”.

Por otra parte, y esto es relevante, la calidad del resultado final puede depender -y mucho- del diseño de la arquitectura participativa. Hay mecanismos de coordinación que ayudan a que la agregación sea más eficaz y extraiga lo mejor de las contribuciones individuales. Aventuro, desde ya, que el “genio colectivo” va a terminar ganando en la mayoría de los casos al “genio individual” cuando tengamos aplicaciones y mecanismos más finos para coordinarnos. No los tenemos todavía, pero tiempo al tiempo…

Otra matización importante que compartí con mi editora. Cuando juzgamos (comparamos) la calidad creativa del resultado obtenido, podríamos discutir qué entendemos por “calidad creativa”. Los expertos (literarios, audiovisuales, plásticos, etc.) tienden a definir la calidad en unos términos bastante particulares y sesgados. Son humanos imperfectos, como todos, así que fijan pautas algo egoístas que se alinean con sus propias habilidades, pero esa no es la única manera de definir la calidad. Hay modelos alternativos que son mucho más generosos al valorar el “genio colectivo” que el que usan las personas expertas en el mundo del arte.

Por último, que algo sea “más creativo” no significa necesariamente que tenga más calidad creativa “técnicamente” hablando (si es que el adverbio tiene sentido, que lo dudo). Puede ser más creativo (alocado, inesperado, sorprendente, singular) y no ser “mejor”. Una cosa es la cantidad de creatividad, y otra la calidad, júzguese esta como se juzgue. Pero conseguir lo primero ya es un avance porque sabemos que a más cantidad, más probable es filtrar la calidad.

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Experto en lnteligencia Colectiva y creación de redes y ecosistemas de innovación. Se dedica al diseño de arquitecturas participativas y al escalado eficaz de estos procesos. Autor del Canvas del Liderazgo Innovador, facilita proyectos e imparte formación sobre Design Thinking, Inteligencia Colectiva, Hibridación, Co-Skills, Co-Creación, y Ecosistemas 2.0 para innovar. Lidera proyectos de Arquitectura de la Información, redacción-web y diseño de contenidos digitales sobre innovación. Twitter: @arey Blogs: www.amaliorey.com y https://www.bloginteligenciacolectiva.com/

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