Sesgos y filtros: expertos vs. inteligencia colectiva

En los talleres de formación que imparto suelen hacerme con bastante frecuencia esta pregunta: ¿Qué ventajas e inconvenientes tienen los modelos participativos vs. los grupos de expertos?

Es una cuestión que salpica cualquier conversación sobre Inteligencia Colectiva, a la que podría responder de forma maniquea con esta retórica tan molona: “la inteligencia colectiva funciona SIEMPRE mejor que los expertos”. Pero es mentira, no es así. Hay circunstancias que favorecen una opción sobre la otra, y ambas tienen sus ventajas e inconvenientes.

Antes creía que la respuesta estaba en el grado de complejidad “técnica” del problema. Pensaba que si era un problema muy complejo, que necesitaba mucha formación especializada, entonces la solución de expertos funcionaba mejor. Pero después me di cuenta que eso no es tan relevante, y que la clave está en cómo se diseñan los espacios de participación.

Imaginemos por un momento que necesitamos resolver un problema y para ello tenemos dos alternativas:

  1. 5 expertos que participan “por invitación”, seleccionados por una persona que es también un experto.
  2. 500 personas que se autoseleccionan a través de una página-web para participar. Puede haber expertos en el grupo, pero lo más probable es que muchos no lo sean.

En la opción-1 siempre habrá un sesgo en el filtro de selección. De esto pocas veces se habla cuando se celebran las virtudes de este sistema: experto (o político) elige a experto porque es su amigo, porque sabe que no le traerá problemas o sencillamente porque no conoce a otros. Viendo los paneles de expertos y “comités de sabios” que se crean para resolver desafíos públicos, uno no hace más que preguntarse: ¿qué criterios se siguen para elegirlos? ¿quiénes los eligen?

En la opción-2 las puertas están abiertas y existe igualdad de oportunidades para participar. En principio no hay barreras a la entrada porque cualquiera puede apuntarse. El problema en este caso deja de ser el “filtro de la selección para entrar”, pero en su lugar tenemos otros:

  • Capacidad para atraer al mejor talento: No es lo mismo que elijas tú a los 5 expertos y les invites y/o pagues para colaborar, a que ellos te busquen a ti y quieran participar voluntariamente en tu fiesta. Cabe el riesgo de que los mejores no se apunten.
  • Capacidad para filtrar el exceso de información que genera un número elevado de participantes, entre los cuales puede haber un porcentaje significativo que no entiende el problema o no está preparado para aportar ideas interesantes.

En la Opción-2 pueden haber 500 personas participando, de las cuales solo 50 saben mucho del tema y están tan preparadas como los 5 expertos de la Opción-1. Explicado así, uno siempre preferiría el segundo modelo porque ahora resulta que tengo 50 expertos en lugar de 5, y auto-seleccionados sin un sesgo significativo.

Pero estaríamos ocultando otro (gran) inconveniente: el “ruido” que generan los otros 450 que querrán también hacerse escuchar, probablemente “molestando” a los 50 “que saben”. Si el ruido es demasiado alto, es posible que esos 50 expertos piensen peor que los 5 a puertas cerradas. Por tanto, quitar las barreras a la entrada transforma el problema del “filtro de selección” en uno de “filtro de traducción de cantidad en calidad”.

¿Cuál es la solución, entonces? Yo seguiría aplicando un modelo abierto y sin restricciones “para entrar” (así evito el sesgo de la selección), pero adoptando después cierta disciplina, un sistema de autorregulación que imponga un orden (así reducimos el ruido), que permita separar el ruido de la melodía.

La fórmula es tan simple y compleja como esta: La entrada es libre, pero tendrás que ganarte el derecho a que te escuchen. Tendrás que demostrar que mereces quedarte, porque si lo que generas es ruido, entonces el sistema te echa fuera. Si esto no se hace, la inteligencia colectiva puede conducir a resultados peores que el de los expertos. Es meritocracia, no igualitarismo.

Nota: Lee este post en Inglés (Read this post in English)

2 comments

  1. Hacía tiempo que no “charlaba” contigo 🙂 .
    Acabo de sufrir un proceso recursivo, he entrado a ver meneame (mi vía de información matutina 🙂 ) y me he encontrado con un post tuyo en portada (no se si darte la enhorabuena por ello, pero no dudo en dártela por el explendido post 🙂 ) , de hay he pasado a esta entrada … no se si recuerdas mi interés por estos temas.
    Al leer los problemas que planteas para poner en práctica la inteligencia colectiva no he podido evitar en compartir contigo mi experiencia precisamente en meneame, concretamente en un trabajo de fin de master, un estudio etnográfico sobre los usuarios intensivos de ese sitio. En el estudio se plantean, no se resuelven, muchos de los problemas que indicas.

    http://www.amazon.es/Men%C3%A9ame-pr%C3%A1cticas-intensivas-Internet-conocimiento-ebook/dp/B007FVURCI/ref=sr_1_fkmr0_1?s=books&ie=UTF8&qid=1402995097&sr=1-1-fkmr0&keywords=meneame+usuarios

    Desde donde estoy ahora no puedo, si te interesa te paso el trabajo por correo o por facebook.

    Resumiendo mucho las conclusiones que llegué en cuanto a las estrategias de meneame para resolver los problemas que planteas
    Capacidad para atraer al mejor talento. Es la propia comunidad la que define quien aporta más en cada área, no tiene tanto que ver con el karma (herramienta algorítmica para dar valor al “voto” de los usuarios), con el prestigio ganado a través de los comentarios. Por ejemplo, en meneame hay un grupo muy activo en defensa de energías renovables, hay varios usuarios expertos que son reconocidos por la comunidad, a uno de los más representativos (eolosbcn) lo entrevisté para el estudio.
    Capacidad para filtrar el exceso de información. La estrategia aquí es utilizar el karma, concepto que trato en el estudio, que se explica en la ayuda de meneame
    http://meneame.wikispaces.com/Karma
    también escribí sobre sus inconvenientes.
    http://meneante.blogspot.com.es/2010/04/que-es-el-karmawhore.html

    Espero que te sea de utilidad.
    Un abrazo

  2. Hola, Guillermo:
    Perdona que no te haya respondido antes, pero me he dado cuenta que tu comentario estaba en SPAM. He decidido introducir cambios en mi sistema de gestión de comentarios para que sea más flexible.
    Conozco bien a Meneame, y sé que es un buen ejemplo de estudio. Todo lo que digo en este post se puede aplicar a una eventual comparación entre Meneame, como un “magazin digital editado por una comunidad”, y cualquiera de los periodicos que son gestionados por editores-expertos o profesionales.
    El debate quizás está en si el “filtro popular” genera mejores resultados que el de los editores profesionales. Y obviamente, tendríamos que empezar discutiendo qué entendemos por “mejor resultado”. Lo que a mí me parece es que opciones como Meneame pueden generar de facto mas diversidad, y eso es bueno. Por otra parte, tengo la impresión que el “filtro popular” de Meneame también tiene sus sesgos, por el tipo de noticias que suele llegar siempre a portada. Eso no sé si hay que corregirlo o es bueno.
    Un abrazo 🙂

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