El Factor-C de Inteligencia Colectiva

Traigo aquí una versión de un artículo que publiqué en la web de eMOTools hace casi un año: “¿Qué factores predicen que un grupo sea más inteligente?”, porque encaja con la temática de este blog y complementa otras entradas. Fue uno de los temas más citados en la MIT Collective Intelligence Conference 2012 celebrada en Cambridge (Boston) hace dos años, a partir de una investigación realizada por un equipo del que formaban parte Anita Woolley (Carnegie Mellon) y Christopher Chabris (Union College/MIT), entre otros, cuyos resultados fueron publicados por la revista Sciencecon un notable impacto mediático.

Por explicarlo en pocas palabras,  se trata de constatar si del mismo modo que existe un Coeficiente Intelectual (CI o IQ) que estima a través de tests el grado de inteligencia individual, puede haber algún factor que mida y explique de forma equivalente la “inteligencia grupal” como una capacidad para resolver tareas por un equipo. De ahí nació el llamado “Factor-C”, que sería el homólogo a escala grupal del coeficiente-IQ.

El experimento se hizo con 699 voluntarios, que formaron 192 grupos de dos a cinco personas cada uno, a los que les asignaron tareas cognitivas de distinta naturaleza y elegidas a partir de la taxonomía de Joe McGrath sobre tareas en grupo (Ver artículo en PDF de Susan G. Straus “Testing a Typology of Tasks”). Después de recopilar los resultados del trabajo con los paquetes de tareas, se compararon esos datos con los de las pruebas de inteligencia individual realizadas previamente a los participantes y con distintos atributos que tenían los miembros de los grupos (género, edad, motivación, sociabilidad, etc.).

La conclusión más relevante fue que ni la inteligencia-media del grupo (Promedio del coeficiente IQ de los miembros), ni la inteligencia máxima (el IQ más alto entre los sujetos del grupo) eran buenos indicadores para predecir la inteligencia grupal (Factor-C), o sea: “Just getting a lot of smart people in a group does not necessarily make a smart group”.

Por otro lado, algunos factores que se usan típicamente para explicar la inteligencia grupal como la “cohesión del grupo”, la “felicidad del grupo” o el “grado de entusiasmo” resultaron tener un impacto mucho menor de lo que se creía; mientras que los tres elementos que mejor predecían la inteligencia grupal fueron: 1) El grado medio de habilidad social de los miembros, 2) Una participación o conversación distribuida dentro del equipo, 3) Un mayor número de mujeres. El efecto conjunto de esos tres ingredientes conseguía explicar más del 43% de la varianza observada en el rendimiento de los grupos; y de esa combinación nació el llamado “Factor-C”. Explicaré a continuación cada uno de estos tres elementos:

Habilidades sociales de los miembros:

Uno de los factores de más peso fue el “grado medio de habilidad social” (“average social sensitivity”) de los que formaban el grupo; o sea, la empatía, apertura y sensibilidad que tenía cada miembro hacia los demás. Esto se midió usando el Test “Reading the Mind in the Eyes”, que consiste en interpretar a través de imágenes de los ojos de distintos estados de ánimo qué es lo que está sintiendo la persona en ese momento, partiendo de la premisa de que mientras mejor “se leen los ojos”, más sensible es quien se somete a la prueba (aquí tienes el test).

Participación distribuida:

Según el estudio, a más distribuidos eran los niveles de participación (o sea, menos desigualdad o varianza en el grado de implicación entre los miembros), más inteligente resultaba el grupo. De hecho, esta variable predijo aún mejor el resultado (“varianza participativa”: -0.41) que la de “habilidad social” (+0.26). El “grado de participación” se midió no sólo por la frecuencia de los turnos de intervención oral, sino también por señales de comunicación no-verbal que indicaban hasta qué punto cada persona estaba implicándose en el proceso colaborativo (esto se midió por un dispositivo con sensores llamado “Sociómetro”, inventado por Alex Petland y que expliqué ya en este artículo).

Número de mujeres:

La investigación desveló que el aumento de mujeres en los grupos mejoraba significativamente el Factor-C, o dicho en palabras de Thomas Malone:Groups with more women tend to be smarter than groups with more men. That is: More females, more intelligence” (OJO: ceteris paribus). Esto último habría que matizarlo dado que su efecto puede ser más un resultado del primer factor que una variable independiente en sí misma, porque las mujeres tienden a tener más habilidades sociales que los hombres, y esta característica refuerza el primer factor de “habilidad social” del grupo.

Además de esas tres variables, el experimento indicó que la inteligencia colectiva (el factor-C) mejora con el aumento de la diversidad cognitiva del grupo pero hay un punto a partir del cual tanta diversidad empieza a afectar negativamente a la IC. El gráfico que vincula ambos factores sería algo así como una U invertida pero muy ancha. Parece haber un “punto de diversidad óptima” para la inteligencia grupal porque en esto, como en todo, los excesos también se pagan.

Asimismo, si comparamos dos grupos, uno con un Factor-C alto y otro con uno bajo, vemos que a medida que aumenta el número de rondas e interacciones entre ellos, el de C alta aprende mucho más que el de baja, aunque el de C baja haya comenzado sabiendo mas. Esta observación refuerza la idea de que los equipos “grupalmente inteligentes” facilitan el proceso de aprender más rápido y mejor.

En mi opinión la validez predictiva del factor-C como indicador de la inteligencia grupal es todavía discutible y merece bastante más investigación, pero al menos ayuda a ir conociendo qué características de un equipo influyen más en su rendimiento colectivo.

Una lección interesante es que al formar “grupos inteligentes”, habilidades sociales como la empatía o el “talante participativo” (esperar, saber escuchar, compartir, no interferir) pueden terminar pesando más en la eficacia del grupo que la brillantez individual de sus miembros. En esa dirección ya se está hablando de que se podrían realizar “tests rápidos de sensibilidad social” para determinar la composición óptima de equipos inteligentes, o incrementar el “Factor-C” de un equipo a través de formación y entrenamiento específicos que mejoren la sensibilidad social de sus miembros y la capacidad de generar modelos más distribuidos de participación.

Nota: Lee este post en Inglés (Read this post in English)

Experto en lnteligencia Colectiva y creación de redes y ecosistemas de innovación. Se dedica al diseño de arquitecturas participativas y al escalado eficaz de estos procesos. Autor del Canvas del Liderazgo Innovador, facilita proyectos e imparte formación sobre Design Thinking, Inteligencia Colectiva, Hibridación, Co-Skills, Co-Creación, y Ecosistemas 2.0 para innovar. Lidera proyectos de Arquitectura de la Información, redacción-web y diseño de contenidos digitales sobre innovación. Twitter: @arey Blogs: www.amaliorey.com y https://www.bloginteligenciacolectiva.com/

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