Cuando seguimos a personas hacia un objetivo que sólo ellas parecen conocer

enjambres

Los humanos a veces no somos tan distintos al comportamiento grupal de animales muy inferiores cuando seguimos a una persona o a un pequeño grupo hacia un objetivo que sólo ellos parecen conocer.

Cuenta el científico australiano Len Fisher, en su estupendo libro The Perfect Swarm: The science of complexity in everyday life” (2009), que estudios sobre enjambres de abejas muestran este comportamiento: Solo unas pocas abejas informadas pueden guiar a grandes grupos simplemente volando más rápido y en la dirección apropiada. Se produce una especie de “efecto cascada”, según el cual las abejas “no informadas” se alinean con las que parecen estarlo por su actitud más vigorosa y decidida. Basta con que unas pocas sepan la ruta, para que todo el enjambre se mueva en esa dirección usando las tres reglas de Reynolds: 1) “evitación/separación” (evita chocar), 2) “alineación” (muévete en la dirección promedio de tus vecinos más cercanos) y 3) “atracción/cohesión” (muévete hacia la posición promedio de los que están más cerca).

En el caso de las abejas, el liderazgo aflora simplemente a partir de diferencias de información entre individuos informados y no informados. Solo hacen falta unos pocos individuos que tengan un objetivo muy claro, para que el resto les siga, aunque ese umbral que genera el contagio puede ser variable. Esto, en principio, suena bastante familiar, y nos hace pensar que los humanos a veces no somos tan distintos al comportamiento grupal de animales muy inferiores. Este modelo se reproduce con frecuencia en los colectivos humanos: seguir a una persona o grupo de ellas hacia un objetivo que sólo ellos parecen conocer.

La diferencia está en que mientras que ninguna abeja está genéticamente programada para querer manipular al enjambre en su propio beneficio, y actúa siempre buscando el óptimo grupal guiada solo por señales químicas del ambiente; los humanos nos movemos por motivaciones más rebuscadas, incluidos los comportamientos egoístas que poco tienen que ver con el óptimo social. E incluso en los casos en que no haya una intención manipuladora, también puede ocurrir que la actitud decidida que muestran algunas personas anticipándose al grupo no obedezca en absoluto a que dispongan de una mejor información, sino a muchas otras razones, y algunas bastante absurdas. Por eso se espera que seamos más prudentes que las abejas o los peces 🙂 a la hora de dar credibilidad a las propuestas de liderazgo de algunas personas que se muestran tan resueltas.

Que un individuo o unos pocos decidan tomar la iniciativa, y que esto produzca un efecto de seguimiento en cadena, dependerá de un conjunto sutil y dinámico de factores, pero sobre todo, del feedback positivo o negativo que genere. El “feedback positivo” que emiten las buenas elecciones refuerzan de forma selectiva la señal de lo que es una buena solución para el grupo. Otro factor importante es que se active el efecto-contagio gracias a que el grupo alcance un determinado umbral o masa crítica de seguidores. De eso hablamos en un post anterior cuando expliqué el concepto de “umbral de activación”.

Esta tendencia a seguir a personas hacia un objetivo que sólo ellas parecen conocer es tan enigmático como alarmante. Todavía tenemos mucho que investigar sobre el comportamiento colectivo que sigue ese patrón. Sólo pondré un ejemplo, que trato con más amplitud en mi libro de Inteligencia Colectiva.

Estaba en Colombia el día que se celebró el plebiscito por la paz para refrendar los acuerdos con la guerrilla. Viví la tragedia del desenlace en un restaurante en el centro de Bogotá. Recuerdo lo mal que lo pasé mientras avanzaba el escrutinio y se hacía evidente que iba a ganar el NO. El líder conservador Álvaro Uribe había convertido la consulta en un asunto personal, y su postura vehemente en contra del SÍ resultó determinante en el resultado. Uribe tenía motivaciones muy personales, en su guerra de egos con Juan Manuel Santos, que le movían a votar NO, y mucha gente le siguió simplemente porque era uribista. Este comportamiento destruye diversidad y contribuye a la estupidez colectiva, pero, lamentablemente, el impacto desproporcionado de determinados líderes en la opinión colectiva es inevitable.

Varias razones explican eso. La más importante, probablemente, sea el coste que, para el votante común, conlleva informarse. En el caso de Colombia, ¿cuántos ciudadanos se tomaron el trabajo de leer los acuerdos de paz antes de votar? No tengo información definitiva sobre esto, pero sé que el texto tenía casi trescientos folios, así que no me extraña que quince días antes de la consulta solo el 7,1 % de los votantes declarara conocer en detalle el contenido del acuerdo . Si el coste de informarse es muy elevado, mucha gente termina «delegando» la interpretación de contenidos en los líderes en quienes confía, según esta lógica: «Si esta persona, en la que confío, opina esto, debe de estar en lo cierto».

Por eso, para mejorar la inteligencia colectiva se necesita invertir en educación, y en el acceso a datos y evidencias que distribuyan la capacidad de decisión autónoma. Cuanto más educada y mejor informada esté la ciudadanía, más confiará en su propio criterio y menos probable es que se pliegue, como las abejas, a las elecciones de unos líderes que no se sabe bien qué intereses persiguen.

Me limito a poner este asunto sobre la mesa, sin desarrollarlo mucho, porque me apetece dejarlo abierto, para generar conversación y recoger ejemplos o experiencias de lectore/as de este blog que hayan vivido situaciones parecidas.     

NOTA: La imagen de la entrada es del álbum de stux en Pixabay.com. Si te ha gustado el post, puedes suscribirte para recibir en tu buzón las siguientes entradas de este blog. Para eso solo tienes que introducir tu dirección de correo electrónico en el recuadro de “suscribirse por mail” que aparece en la esquina superior derecha de esta página. También puedes seguirme por Twitter o visitar mi blog personal: Blog de Amalio Rey.

Experto en lnteligencia Colectiva y creación de redes y ecosistemas de innovación. Se dedica al diseño de arquitecturas participativas y al escalado eficaz de estos procesos. Autor del Canvas del Liderazgo Innovador, facilita proyectos e imparte formación sobre Design Thinking, Inteligencia Colectiva, Hibridación, Co-Skills, Co-Creación, y Ecosistemas 2.0 para innovar. Lidera proyectos de Arquitectura de la Información, redacción-web y diseño de contenidos digitales sobre innovación. Twitter: @arey Blogs: www.amaliorey.com y https://www.bloginteligenciacolectiva.com/

5 comments

  1. Buenos días
    Creo que hay algo que no me cuadra en la aproximación de inteligencia colectiva con el proceso de como se solucionan los problemas complejos en el mundo natural. Dave Snowden dice que las personas no somos termitas ni estorninos. Y aunque en determinadas situaciones, como las que nos cuentas de la consulta de Colombia (entiendo que hay muchos más ejemplos) utilicemos la técnica de cualquier enjambre, también es cierto, en los enjambres humanos hay mucha más potencialidad. Es decir, somos capaces de alterar las reglas simples del enjambre. A través del conocimiento y sobre todo a través de nuestro cerebro reptiliano (que no es inteligente, o no al menos con el concepto de inteligencia que creo que utilizas cuando hablamos de inteligencia colectiva), que nos inculca el miedo, la codicia, el interés, la supervivencia, vamos, nada que tenga que ver con la inteligencia… En resumen, lo que quiero apuntar es que la inteligencia colectiva tiene que unir la inteligencia y lo colectivo (eso es lo difícil), y yo creo que la inteligencia es evolutiva, y los estorninos llevan volando de la misma manera muchos miles de años. Espero que los humanos seamos capaces de adquirir nuevo conocimiento y mostrar inteligencia aunque para eso tengamos que leer un documento de 300 páginas. Otra cosa es que luego sepamos hacer esto colectivamente. A lo mejor la inteligencia artificial sin cerebro reptiliano nos permite una aproximación mejor al problema (o no). El libro “A thousand brains” de Jeff Hawkings puede hacernos reflexionar sobre esto….
    Estoy esperando que salga tu libro para aumentar esta inteligencia colectiva que tratamos de construir entre todos…
    Muchas gracias por escribir y por compartir.
    Un abrazo

    1. A ver, el post plantea una metáfora algo forzada. Yo tampoco estoy de acuerdo en reducir el comportamiento humano al de los animales inferiores. Soy el primero en criticar la tendencia tan habitual de ponernos en ridículo frente a la enorme capacidad colectiva de, por ejemplo, las hormigas. Con lo inteligente que es, en principio, el hombre, individualmente, siempre se va a resistir a delegar su derecho a decidir. Sin embargo, hay procesos complejos en el mundo natural que sí nos sirven de “modelos de solución”. Por ejemplo, los estigmérgicos. En los enjambres humanos es cierto que se pueden alterar reglas, pero las consecuencias de hacerlo son aun más complejas, inciertas e ingobernables que los del mundo natural. No tengo la misma visión que tú sobre el cerebro del ser humano. No lo veo “reptiliano” como tú. Es cuestión, insisto, de la educación y del entorno social. No hay un guion único de lo que nos inculcan. Hay entornos donde se estimula la inteligencia y la sabiduría. Está claro que mejorando la inteligencia individual podemos ayudar a la inteligencia colectiva (por eso del “garbage in, garbage out”), pero aun con la que tenemos, con sus luces y sus sombras, también se puede intervenir en el diseño de las interacciones, en cómo nos relacionamos, pensamos y decidimos juntos, y en las instituciones que creamos para gestionar eso. La inteligencia artificial puede llevarnos a decisiones técnicamente más acertadas, pero se carga el proceso, que es igual o más importante. Nos condena a la dependencia, y atrofia capacidades sociales, esas que nos hacen humanos. Gracias por desearme lo del libro. No sabes bien lo que lo deseo. Gracias

  2. Soy algo pesimista en lo que se refiere en la inversión en la educación para mejorar la inteligencia colectiva, al menos cuando se trata de un colectivo amplio como un estado-nación. Comparto la opinión de Manuel de que la inteligencia es evolutiva pero en el sentido de adaptación para sobrevivir. Esto durante muchos centenares de milenios ha reforzado la pertenencia al tribu frente a otros tribus competidores. Los menos de doscientos años de conciencia de que somos todos de la misma especie compartiendo el mismo planeta han demostrado ser insuficientes para nuestra adaptación.
    La educación es necesaria. Informa y forma nuestro pensamiento racional (si va más allá se llama adoctrinamiento) pero no explica porqué eres fan del Betis 😉

    1. Bueno, Peter, ser fan del Betis demuestra mi buen gusto e inteligencia para tomar decisiones 🙂 La educación no lo es todo, ni lo asegura todo, pero está más que demostrado que mejora significativamente la capacidad de entender y decidir. Claro, hay que invertir en una buena educación, y no en una cualquiera. Pero existe una correlación evidente entre educación e inteligencia colectiva, en lo que se refiere a corregir el efecto que comenté antes del “garbage in, garbage out”. Un abrazo

      1. Estoy de acuerdo con lo que dices (quitando a lo mejor las aficiones futboleras), lo que veo es que es un proceso lento. Algo bueno debemos estar haciendo (hemos logrado sobrevivir 75 años sin provocar un conflicto mundial) pero me temo que aún delegaremos en muchas ocasiones sin el debido procesamiento racional.

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