¿Cómo funciona la «Encuesta Deliberativa» y para qué sirve?

Este mecanismo combina la representatividad estadística de las muestras de población seleccionadas mediante criterios científicos con las ventajas de la reflexión cualitativa. Con razón algunos las llaman «encuestas con rostro humano».

La «Encuesta Deliberativa» (Deliberative Polling, en inglés) es una concreción de los procesos deliberativos, un mecanismo específico de agregación creado por el politólogo estadounidense James S. Fishkin a finales de los años ochenta. Se aplicó por primera vez en 1994 en un estudio sobre criminalidad en la ciudad inglesa de Manchester. Desde entonces se viene demostrando que es un mecanismo muy eficaz, y por eso voy a dedicar este post a explicarlo.

Las «encuestas deliberativas» se llevan a cabo en tres fases:

1. Encuesta inicial o pre deliberativa: Se realiza a una muestra aleatoria y representativa de la población para conocer su punto de vista de partida sobre el asunto objeto de análisis.

2. Foro deliberativo: En este foro participa una selección de los encuestados. En él se facilita material informativo sobre el asunto en cuestión, cuidadosamente elaborado para que expongan con equidad las distintas posturas. Se organiza en pequeños grupos de discusión de no más de diez participantes y una persona moderadora. Incluye, además, la celebración de encuentros con experto/as, representantes políticos y colectivos vinculados al tema.

3. Encuesta final o post deliberativa: Es igual a la inicial, con las mismas preguntas, pero realizada solo a lo/as participantes en el foro deliberativo. Permite agregar el juicio colectivo de personas que se suponen ahora mejor informadas y medir la incidencia de la deliberación en su percepción del problema.

Este mecanismo combina la representatividad estadística de las muestras de población seleccionadas mediante criterios científicos con las ventajas de la reflexión cualitativa. Con razón algunos las llaman «encuestas con rostro humano».

Se trata de un procedimiento adecuado cuando el público está poco informado en una cuestión que puede ser compleja. A diferencia de otras formas de agregación como las que buscan el consenso, aquí no se pretende que el colectivo tome una decisión. El objetivo es profundizar en la comprensión de un asunto gracias a la mejora de la información disponible.

Es notable el impacto que puede tener la información nueva en la formación del juicio, sobre todo cuando la naturaleza del asunto guarda una relación estrecha con el acceso a datos relevantes de fuentes creíbles. Por ejemplo, si se trata de gestionar los recursos hídricos del municipio, nuestra opinión cambiará mucho si nos enteramos de que, al contrario de lo que suponíamos, la agricultura consume casi el ochenta por ciento de esos recursos y los hogares únicamente el quince por ciento. Muchas veces son datos sencillos de entender y pueden ser vitales para que una reflexión colectiva produzca resultados útiles y razonables.

El equipo de Fishkin relata un bello ejemplo del éxito que pueden llegar a cosechar estas «encuestas con rostro humano». En 2007 se organizó una en Bulgaria para tratar la cuestión controvertida de las políticas relacionadas con la etnia gitana. Al inicio del proceso, 43 % de los participantes pensaba que los romaníes debían vivir en barrios separados. Esa cifra se redujo al 21 % después del foro. Además, antes del ejercicio, solo el 32 % veía con buenos ojos que el gobierno contratara a más policías romaníes, pero ese porcentaje se elevó al 56 % tras la deliberación.

Lamentablemente, hay datos que ponen en duda la estabilidad a largo plazo de los cambios de juicio logrados mediante las encuestas deliberativas. Entre los años 2008 y 2009, el Instituto de Estudios Sociales Avanzados de Andalucía (IESA) organizó una dinámica de este tipo sobre la gestión de recursos hídricos en Andalucía (ver artículo). Si bien se constató que justo después de la deliberación los cambios de preferencias fueron muy notables, seis meses después se realizó una encuesta telefónica que vino a evidenciar que esos cambios se habían relativizado. Una parte significativa de los participantes volvió a sus creencias iniciales. Al parecer, la nueva información a la que habían estado expuestos durante la deliberación les sirvió para revisar sus creencias solo superficialmente porque al cabo de un tiempo retomaron sus viejas ideas.

Modificar las creencias profundas de los individuos es sin duda un reto complejo. Ejercicios deliberativos tan intensos como los que tienen lugar en las encuestas de este tipo suelen producir cambios sustantivos en el momento. Sin embargo, habría que ver, en cada caso concreto, si pueden diluirse una vez que los individuos regresan a la normalidad y vuelven a conectar con sus antiguas convicciones.

Esta metodología de Fishkin no hace falta que se aplique de manera estricta, sino que la traigo aquí como inspiración para que cada uno/a la adapte a sus circunstancias. Cualquier organización o proyecto podría intentar experimentar con un dispositivo parecido. Básicamente sería esto: (1) eliges un tema complejo, controvertido, en el que escasea la información de calidad, (2) aplicas una encuesta para capturar lo que opina/decidiría la gente, (3) despliegas un proceso deliberativo, con la participación de todos los puntos de vista, para asegurar neutralidad, (4) vuelves a aplicar la encuesta para saber cómo ha evolucionado el punto de vista agregado. Y yo añadiría, al final, un paso más: (5) reflexionar sobre qué ha cambiado, por qué y si ese cambio es sostenible.

NOTA: La imagen es del álbum de Hurca en Pixabay.com. Si te ha gustado el post, puedes suscribirte para recibir en tu buzón las siguientes entradas de este blog. Para eso solo tienes que introducir tu dirección de correo electrónico en el recuadro de “suscribirse por mail” que aparece en la esquina superior derecha de esta página. También puedes seguirme por Twitter o visitar mi blog personal: Blog de Amalio Rey. Si estas interesado/a en saber más sobre el “El Libro de la Inteligencia Colectiva“, tienes toda la información en este enlace

Experto en lnteligencia Colectiva y creación de redes y ecosistemas de innovación. Se dedica al diseño de arquitecturas participativas y al escalado eficaz de estos procesos. Autor del Canvas del Liderazgo Innovador, facilita proyectos e imparte formación sobre Design Thinking, Inteligencia Colectiva, Hibridación, Co-Skills, Co-Creación, y Ecosistemas 2.0 para innovar. Lidera proyectos de Arquitectura de la Información, redacción-web y diseño de contenidos digitales sobre innovación. Twitter: @arey Blogs: www.amaliorey.com y https://www.bloginteligenciacolectiva.com/

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