Cesar Muela, de Hipertextual, me entrevistó en Abril como aperitivo para mi charla en Zinc Shower sobre Inteligencia Colectiva. Por concentrar todas mis reflexiones sobre el tema en el mismo sitio, transcribo aquí el texto íntegro de la entrevista:
1.- ¿Qué es la “inteligencia colectiva”?
Es un concepto resbaladizo. Para empezar, parece haber tantas definiciones de “inteligencia” como personas que las propongan. Mi forma de definir la “inteligencia colectiva” (IC) es esta: Capacidad de agregar las acciones y opiniones individuales de un grupo en una decisión o comportamiento colectivo. Como se ve, la IC es un tipo de “inteligencia social” que emerge de la interacción entre individuos. Por otra parte, el mecanismo que permite convertir las acciones individuales en colectivas se llama “agregación”. Sin agregación no hay IC porque tiene que haber alguna manera de combinar las preferencias individuales para traducirlas en un comportamiento colectivo.
2.- ¿Qué es la “estupidez colectiva”?
A más inteligente es un grupo, mejor “sabe escoger” entre alternativas, y más optimiza sus decisiones. Si pudiéramos comprobar en qué medida determinadas decisiones y juicios colectivos han sido los correctos (no siempre es posible porque a menudo se dan situaciones tan complejas que “lo correcto” es una categoría difusa), entonces podríamos saber si el grupo ha sido inteligente en un momento dado. Decimos que ha habido “estupidez colectiva” cuando un grupo toma decisiones o llega a juicios colectivos que van en contra de sus intereses. Siendo un poco exagerados en el término, es “estupidez” porque el grupo escoge mal o incluso elige la peor opción posible, que como sabemos a veces ocurre.
3.- Siempre se ha dicho que el diseño por comité dificulta la toma de decisiones en cualquier empresa. ¿Qué diferencia hay entre el diseño por comité y la inteligencia colectiva?
Las críticas al “diseño por comité” son un tópico que, como tal, tiene parte de razón, pero es generalizar demasiado. Si entendemos por “Comité” un grupo de personas que toman decisiones en nombre de un conjunto mucho más grande, entonces habría que entrar más en detalle para saber si aquello dificulta o facilita. He conocido “comités” que han hecho un trabajo excelente, bueno, mediocre y espantoso. Hay que tener en cuenta que, por una simple razón de agilidad y eficacia, no siempre es viable tomar todas las decisiones en modo asambleario, y entonces hay que apostar por modelos representativos, o sea, personas en las que delegar algunas decisiones colectivas. Que éste sea un formato afortunado o no dependerá de muchos factores, pero básicamente de dos: 1) mecanismo de selección de participantes y, 2) mecanismo de agregación.
Respecto del primero, la selección de participantes, invito a que nos hagamos preguntas como estas: ¿Cómo se seleccionan los miembros del comité? ¿Están representadas todas las sensibilidades relevantes? ¿Hay suficiente diversidad? ¿Qué legitimidad tienen? ¿Meritocracia o dedocracia? porque ya sabemos, por Inteligencia Colectiva, que “Garbage IN, Garbage OUT” En general prefiero la “auto-selección”, o sea, una convocatoria abierta y que participen los que quieran y puedan. No filtrar de entrada, sino que el filtrado se produzca por decantación meritocrática, aunque también soy consciente que esa no es siempre la mejor opción, ni la más práctica. Respecto del segundo punto, habría que ver si el mecanismo de agregación elegido se adecúa a la naturaleza del desafío, o sea, si el “diseño de interacciones” que fija las pautas de trabajo del grupo contribuye a que el grupo actúe colectivamente de un modo inteligente, en vez de generar disfuncionalidades como el pensamiento de grupo (Groupthink) u otros sesgos que habitualmente se achacan a los famosos comités.
4.- ¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de diseñar arquitecturas participativas?
Es una pregunta difícil de contestar en la extensión que permite una entrevista. Llevo tiempo investigando en esto, y ahora estoy en pleno proceso de escribir un libro sobre el tema (mis avances los voy compartiendo en este blog). Siempre existe el riesgo de “estupidez colectiva” pero se puede atenuar bastante si hacemos las cosas bien. Por eso, la hipótesis central del libro que estoy escribiendo es que la Inteligencia Colectiva hay que verla como un “desafío de diseño”, porque hay una serie de atributos de diseño que se repiten en los buenos proyectos participativos. Siendo breve, te comentaré cuatro de ellos.
Por ejemplo, crear mecanismos para reforzar la responsabilidad individual de los participantes me parece de las cosas más importantes. Tiene que haber por parte de ellos un esfuerzo inicial de adquirir la información por su cuenta, y hacerse una idea personal, propia, del problema. Otro tema relevante es proponer una estructura de motivaciones balanceada, con una propuesta de valor que dé respuesta tanto a las expectativas del “gen egoísta” como del “gen social”. La diversidad es otro factor crítico. Cuando los responsables de tomar decisiones se parecen demasiado, tienden más al Groupthink, así que hay que forzar “por diseño” la presencia de puntos de vista minoritarios y discrepantes. Y por citar uno más (aunque hay muchos), insisto siempre en la necesidad de introducir estructura y orden, unas pautas, para que la Inteligencia Colectiva pueda escalar dentro de unos márgenes razonables de eficiencia, y no haya tanto desgaste. Se necesita un lenguaje común, unas categorías negociadas, unos estándares que permitan agregar, una normas de gestión comunitaria y una asignación de roles dentro del grupo.
5.- ¿Algún ejemplo práctico de lo que puede conseguir la inteligencia colectiva en un proyecto? ¿Alguno de ellos en España?
Un problema que me estoy encontrando es que la IC sufre muchísimo con el escalado, y no te creas que hay tantos proyectos que logren conciliar crecimiento y eficacia. En iniciativas de aprendizaje sí, es más fácil; pero el problema se da con los proyectos que se plantean como objetivo la acción colectiva. A gran escala te encuentras proyectos icónicos como la Wikipedia o las comunidades de software libre tipo Linux. La Wikipedia es una metáfora colosal del poder de la IC, y al mismo tiempo un ejemplo muy sofisticado de diseño optimizado que parece hacer milagros entre tantos fracasos.
En política se está experimentando con modelos participativos en clave de IC, pero otra vez vemos que el aumento de tamaño tiende a desnaturalizar la intención de promover modelos de autonomía genuina. En sistemas a escala la agregación de preferencias muestra muchos defectos porque los costes de coordinación se disparan. OJO, quiero evitar una lectura fatalista de lo que estoy diciendo, de hecho ya afirmé que buena parte de esas imperfecciones se pueden atenuar con un buen diseño, pero no dejo de reconocer que el reto del escalado es mayúsculo cuando hablamos de Inteligencia Colectiva en términos realistas. En fin, podría ponerte muchos más ejemplos de proyectos pero, si no te importa, prefiero dejar abierta la pregunta, que los lectores miren a su alrededor y saquen sus propias conclusiones.
6.- ¿Todas las empresas pueden aplicar la inteligencia colectiva? ¿Por qué?
Las empresas, como colectivos al fin que son, tienen siempre algún grado de IC. En todas ellas se agregan decisiones que repercuten en sus miembros, salvo aquellas donde todas las decisiones las tome una única persona, pero en las empresas modernas eso no suele ocurrir porque las exigencias del mercado obligan a algún grado de reparto del poder. Así que el reto, en rigor, no es “aplicar” la inteligencia colectiva, sino “aumentarla”, “mejorarla”, porque a nadie se le escapa la creciente complejidad de los retos actuales, cuya solución sería más factible si se aprovecha mejor el talento distribuido. Pero para eso, como ya he dicho, hay que hacer las cosas bien, adoptando algunas de las recomendaciones de diseño que he comentado antes.
Nota: La imagen del post pertenece al album de Roberta Milano en Flickr
La dimensión sigue siendo una variable complicada de manejar. Los megaproyectos planetarios están ahí pero quizá tenga mucho más sentido limitar las dinámicas a entornos locales donde los vínculos son más “controlables” y después, cuando ahí funciona el asunto, pensar en escalados más ambiciosos. De todas formas, creo que sigue existiendo una dimensión “natural” para que la inteligencia colectiva se exprese con toda su potencia. Eso no obvia para que existan proyectos como los que citas, pero son la excepción.
Esa vieja obsesión por Dunbar o lo que sea que limite el tamaño… ¡bienvenida sea!
Desde luego, Julen, por eso me atrae tanto el tema. La cuestión es que, gústenos o no, hay proyectos que necesitan ser escalados en dimensión, para que tengan impacto. Si te quedas en “lo micro”, sin intervenir más arriba, es posible que “lo macro” termine haciendo lo micro inviable. Tenemos muchos ejemplos tristes de eso. Por otra parte, tenemos retos sociales que exigen ese escalado, y es posible que eso que llamas “dimensión natural” dependa del diseño. Yo creo que hay estrategias de diseño que pueden ayudar a viabilizar la IC a escalas mayores, y en eso estoy centrandome para el libro. ¿quién iba a pensar que la Wikipedia lo iba a conseguir? Sin embargo, a base de probar, iterar y corregir, consiguieron un “diseño optimizado” que hace milagros. Lo mismo se puede decir de la política, y esa utopia de la democracia post-representativa. Mi intuición me dice que el camino corecto va por propuestas híbridas que combinen lógicas “bottom-up” con “Top-down” (La Wikipedia hace eso, precisamente).
Ahí va un ejercicio práctico: http://www.quoners.com/qs/ley-del-aborto
y aunque +4.000 son pocos, los resultados % son interesantes.