¿Por qué le llaman Inteligencia Colectiva si es Crowdsourcing?

En esta primera entrada que escribo desde San Francisco (Ver mi post sobre la 2015 Collective Intelligence Conference), voy a intentar explicar las diferencias que existen, desde mi punto de vista, entre dos términos que a menudo se confunden: Inteligencia Colectiva y Crowdsourcing.

El Crowdsourcing (CS) consiste en la externalización de un reto o actividad, que antes se hacía internamente, a una “multitud” (“Crowd”) o grupo grande de personas. En estas iniciativas siempre existe una organización, empresa o entidad que diseña y lanza la convocatoria, que es el “crowdsourcer”, a través de alguna plataforma digital que permite a un colectivo participar, a cambio de algún beneficio o recompensa. Lo que se hace es delegar en una multitud de voluntarios lo que antes hacía un grupo especializado y profesional, y por eso en el concepto de “Crowdsourcing” conviven al mismo tiempo dos visiones: 1) La externalización (“outsourcing” e innovación abierta), 2) La amateurización (apertura y democratización a una multitud), que según el peso que tenga cada una, así determina en buena medida la naturaleza del proyecto.

La Inteligencia Colectiva (IC), por su parte, es la capacidad de agregar las acciones y opiniones individuales de un grupo en un juicio o decisión colectiva. Por lo tanto, para que haya IC tiene que haber algún tipo de “agregación” que convierta las contribuciones individuales en un resultado grupal. En un post anterior explicamos que esa agregación puede darse de forma “colaborativa” (los participantes interactúan conscientemente entre ellos para conseguir el resultado) pero también de forma “colectada”, o sea, por medio de algoritmos que permitan a un agregador externo capturar el comportamiento colectivo.

Las definiciones anteriores ayudan a entender por qué digo que hay muchos ejemplos de Crowdsourcing que no son Inteligencia Colectiva (y al revés) a pesar de que tantos expertos se empeñen en mezclarlos como si fueran lo mismo. Vamos a ver las diferencias:

  1. Crowdsourcing que no es Inteligencia Colectiva: Los proyectos de CS a veces no buscan, ni fomentan, la “agregación colectiva”, sino que funcionan como extractores de valor del grupo siguiendo una lógica totalmente radial. El “crowdsourcer” lanza la convocatoria e interactúa con los participantes de forma individual, bis-a-bis, sin que se active ningún “mecanismo colectivo” (transparencia, remezcla, intercambio, suma, síntesis, etc.). La modalidad de los concursos funcionan habitualmente así.
  2. Inteligencia Colectiva que no es Crowdsourcing: Hay muchos proyectos que buscan soluciones colectivas y que no son convocados por una entidad externa (un “Crowdsourcer”) sino por el propio colectivo beneficiario. En estos casos, como se ve, no hay “externalización” (“outsourcing”) sino que es el propio grupo el que busca una respuesta grupal a una necesidad que tiene siguiendo un comportamiento “auto-organizado”. Un ejemplo habitual de esto son los proyectos P2P (producción entre iguales) que son auto-gestionados por el propio colectivo participante.

Me voy a centrar ahora en el primer punto, que es el que más me interesa, explicando un ejemplo que va ayudar a entender la diferencia. Se trata de InnoCentive, un caso de CS que (por mucho que lo repitan los gurús y las revistas de Management) no debería ser considerado de Inteligencia Colectiva.

InnoCentive es un marketplace o espacio digital de intermediación, mundialmente conocido, que pone en contacto a organizaciones que tienen un problema científico o de innovación por resolver, con investigadores e  inventores para que intenten solucionarlos. Los primeros, llamados “seekers”, publican un desafío que InnoCentive en su papel de intermediador envía a los potenciales “solvers” (solucionadores) para que pujen por encontrar la mejor solución posible. Cumplido un plazo, la entidad demandante elige entre las propuestas recibidas aquella que mejor responde a sus expectativas, la que mejor soluciona el problema planteado en el desafío, y da un premio (una recompensa en metálico) al ganador a cambio de que le transfiera los derechos de propiedad sobre el invento. Pues bien, toda la interacción que se da en este proceso es estrictamente bis-a-bis. Es la empresa demandante (“Seeker”) la que decide en privado, según su propio criterio, quién debe ser el ganador de concurso. De hecho, sólo puede haber un único ganador, y no se permite que haya interacción, ni ningún contacto entre los “solvers”. No hay agregación, ni comportamiento colectivo alguno. Solo competencia, así que diría que es el típico concurso de toda la vida. Y si todavía te quedara alguna duda, basta con leer lo que dice Francisco Parra Ruiz, un investigador de Madrid que ganó dos desafíos de InnoCentive, en una entrevista que le hizo el periódico El País: “Todo el trabajo se desarrolla a través de e-mails y videoconferencias. No sabes para qué empresa trabajas, ni en qué proyecto se enmarca la solución que propones, tienes que firmar un contrato de confidencialidad y sólo tratas con los intermediarios de InnoCentive”.

A InnoCentive no hay quien le quite el mérito de ser un intermediador que ayuda a corregir el gap de información que existe entre demandantes y oferentes de innovación y, que como apunta Michael Nielsen, contribuye a “reestructurar la atención de los expertos” hacia problemas reales que esperan por una solución. Pero si no hay “inteligencia social” que emerja de la interacción, ni se traducen un conjunto de preferencias individuales en algo colectivo, ¿cómo puede hablarse aquí de IC?  Insisto, cambiar el modelo de relación entre cliente y proveedor del clásico uno-a-uno, a uno-a-muchos, como ocurre en el Crowdsourcing, no es suficiente para que haya IC.

Pero todavía estamos a tiempo de convertir casos de CS en ejemplos de Inteligencia Colectiva. Veamos. En la modalidad de concursos, el procedimiento de agregación es competitivo, pero si el grupo participa en el proceso de algún modo, o sea, se da algún tipo de “filtrado/selección colectiva”, entonces sí se podría hablar de cierto grado de IC. Y si, además, el Concurso prevé algún mecanismo que permita combinar o remezclar las contribuciones individuales para formar agregados colectivos (por ejemplo, para aprovechar las mejores ideas de los “perdedores”) como ocurre en las comunidades de  Matlab o Scratch, que sí permiten reusar las ideas de otros, entonces con más razón. Pero ni lo uno, ni lo otro, se da en muchos concursos que se convocan (como el de InnoCentive) con la falsa creencia de promover la Inteligencia Colectiva.

Nota: La imagen del post pertenece al album de Gary H. Spielvogel en Flickr

Experto en lnteligencia Colectiva y creación de redes y ecosistemas de innovación. Se dedica al diseño de arquitecturas participativas y al escalado eficaz de estos procesos. Autor del Canvas del Liderazgo Innovador, facilita proyectos e imparte formación sobre Design Thinking, Inteligencia Colectiva, Hibridación, Co-Skills, Co-Creación, y Ecosistemas 2.0 para innovar. Lidera proyectos de Arquitectura de la Información, redacción-web y diseño de contenidos digitales sobre innovación. Twitter: @arey Blogs: www.amaliorey.com y https://www.bloginteligenciacolectiva.com/

3 comments

  1. Amalio:
    Van éstas de botepronto.

    En general, se dice que el “crowdsourcing“ es un “harvesting of the crowd´s wisdom“. Una cosecha de la sabiduría de las masas. El planteamiento explica por sí mismo: he aquí que “ahí hay algo“ (trigo o patatas; o sabiduría); que alguien sale a cosechar; que algo es cosechado; que el fruto de tal acción ejecutada por alguien es una cosecha. Que lo que “ahí hay“ es poseído por alguien de antemano y que, por tanto, lo cosechado le pertenece. Toda una metáfora agraria (demasiado vieja para lo que se tiene entre manos con el fenómeno de la CI).
    Desde el punto de vista del cosechado (en este caso “the crowd“), sin embargo, su condición
    es pasiva, en tanto que la del cosechador (“crowdsourcerer“, como dices) es activa. Y benéfica: la cosecha, lo cosechado, es de su propiedad.
    ¿Lo que “ahí hay“ (la llamada “wisdom of the crowd“) está realmente ahí (y entonces el propietario original es el poseedor de tal sabiduría) o no está ahí, y deviene “wisdom“ sólo luego de ser cosechada (y entonces quien cosecha, posee el fruto: la cosecha)?
    Si lo primero, entonces, el “crowdsourcing“sería una “self-crowdsourcing“. Parece no ser el caso.
    Pero, si es lo segundo, entonces la masa no posee lo que inicialmente se le adjudica como “sabiduría“; y, si ella no existe en la masa como “estando ahí“, entonces ¿dónde está la inteligencia?
    Esto, para abonar a tu distingo entre “crowdsourcing“ y “collective intelligence“: “crowdsourcing“ no es CI. Creo que CI no es algo pasivo sino algo activamente sucediendo en el seno de las colectividades humanas vinculadas con las computadoras en un ambiente de Internet (es menester aún precisar qué tan grandes hacemos los “cortes“ para considerar su masividad, dado que los fenómenos de humanos-as en la Red pueden alcanzar los miles de millones).
    Pero una vez que hemos aclarado esto, sucede que la “Inteligencia Colectiva“ es un OSNI, un “Objeto Social No Identificado“. Y que aún estamos en pañales en términos de una definición conceptual que nos permita movernos con mayor holgura en sus mares procelosos.

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